des-dra-ma-ti-zar

siempre y desde siempre admiré con fruición a todas las personas capaces de reírse de sí mismas con una naturalidad envidiable. a mí no me resulta fácil ni cómodo, lo cual es lógico ya que soy mujer, mido casi dos metros y no tengo tetas. fui así desde siempre, por lo tanto, en aquellas épocas en que era indefectiblemente la más alta de la fiesta (incluyendo al sexo masculino) entre otras cosas, no me resultaba muy fácil tomarme a mí misma con mucha gracia. sin embargo, estoy segura de que es una de mis materias pendientes fundamentales... cagarme de la risa de mí misma.

toda esta perorata viene a cuento de que siento que vivimos en un momento de la historia en que experimentamos casi todo lo cotidiano con un dramatismo exhorbitado, como tiernos adolescentes. mientras que las cosas verdaderamente importantes y trascendentes las ignoramos, las escondemos debajo de la alfombra o las metemos en el freezer para retomarlas en alguna otra remota vida.

constantemente algo externo a nosotros y vanal nos escandaliza, como ejemplo un poroto, o más precisamente un altar.

como casi todos sabemos faltan pocos días para que Franchesco I desembarque en tierras guaraníes. para recibirlo el talentosísimo koki diseñó y armó con su equipo un altar que más que un altar es una obra de arte; y más que una obra de arte es una ofrenda; y más que una ofrenda es la expresión más clara de lo que puede producir la tierra colorada. un altar de maíz, calabazas, semillas, cocos... un altar que grita lo generosa que es nuestra tierra. un altar que es una delicia.

y muchos de nosotros -en vez de preguntarnos porqué con tanta generosidad de la tierra pertenecemos a uno de los países más desiguales e injustos del mundo; porqué preferimos hacer caridad y no promover de raíz la movilidad social; porqué no tenemos un amigo campesino, porqué no sabemos nada de su realidad y sólo juzgamos sus movilizaciones desde el sofá mirando la tele; porqué permitimos que los mafiosos y corruptos proliferen a nuestro lado- nos escandalizamos por la cantidad de comida "desperdiciada" en el altar con la de pobres que hay dando vueltas, y por supuesto, dramatizamos.

sin duda urge que volvamos a poner las cosas en su lugar. es imperante que redireccionemos nuestras energías y emociones hacia aquello por lo que vale la pena vivir e invertir.

des-dra-ma-ti-zar es salud.

salud franchesco!



















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