Escribir para seguir #23
¿Hay algo que adoren más los niños de hoy y de ayer que tomar la leche hacia las cinco de la tarde frente a los dibus? Mi primo Orlando siempre lo hacía posible. Era como un mago que solucionaba todo, el antecedente directo de Mac Giver. Si pienso en él lo primero que se me viene a la mente y que veo nítidamente como si fuese ayer, es su figura joven y atlética sobre el techo de nuestra casita de Los Naranjales. Cierro los ojos y lo veo en plano contrapicado, rodeado de nubes y un cielo muy azul, parado sobre tejas naranjas jugando con una antena. La misma que hacía posible que nosotros abajo viéramos a Los Picapiedras, El Chavo del 8 o Los Pitufos. Lo segundo que veo es su sonrisa enorme y sincera desbaratando su seriedad genética, cuando recibía su pastafrola de recompensa. Mi primo Orlando que parecía un tío más que un primo se llamaba como mi papá y se le parecía mucho en múltiples aspectos. Se amaban y admiraban mutuamente. Era el más inteligente de la familia, no sé cuándo se d
