hermana preciosa
en marzo clemen comenzó salita de tres años en el mismo instituto que bauti. fue su segunda iniciación escolar, esta vez ya más consciente de lo que implicaba.
los primeros días volvía chinchudita y se levantaba al día siguiente diciendo —hoy no me voy al cole ma!— y yo, con un convencimiento cero le decía —hay que ir clemen, te vas a divertir, vas a ver!— y ella agregaba —con la seño vani mamá (la seño de la guardería).
el comentario se repitió con el paso de los días por lo que empecé a pensar en dar un paso atrás y volver a llevarla a la guarde si el pedido se mantenía.
fue así que terminó la primera semana y justito el lunes de la semana siguiente algo inesperado sucedió. salió del instituto feliz! radiante! y al subir al auto lo primero que me dijo fue —ma! yo tengo una hermana preciosa que se llama martina!—.
—Cómo?— pregunté dudando, no entendía bien qué quería decir con eso. y repitió super convencida —yo tengo una hermana preciosa que se llama martina!— a lo que agregó apresurada —y yo no lloré mamá! (ahi me percaté que algunas veces había llorado, mi vida).
entonces recordé el primer encuentro previo a la etapa de adaptación cuando fuimos en grupitos de seis niñ@s acompañados por sus padres. justo en el mismo grupo que nosotros estuvo martina con su mamá. clemen tenía toda la razón, martina es preciosa!
estas palabras tan claras y este episodio tan sencillo, tan inadvertido pero al mismo tiempo tan enorme me llevó a re-pensar una vez más en lo trascendente de la amistad. en lo luminoso, en lo milagroso.
mi pequeñísima hija experimentó y comprendió con esa sabiduría primitiva de los niños que el lugar no es lo más importante. lo mágico está en el encuentro con el otro/a, lo divino es tener con quién jugar libremente, con quien hablar, compartir o disentir. una "hermana preciosa" que con su amor y su mirada transforme cualquier sitio en un espacio feliz, repleto de seguridad.
no puedo dejar de preguntarme qué hablarán dos nenas de tres años en sus primeros días fuera de casa, lejos de la mirada materna y paterna. cómo concluirán en que son hermanas? cómo inventarán este nuevo mundo en el que se hermanan para sentirse seguras y fuertes? para no tener miedo, para empezar a caminar solitas sus pequeñas vidas.
no puedo dejar de sonreir y pensar en mí y mis "hermanas preciosas" cuando las veo salir de la mano tan chiquitas, tan bonitas, con tanta amistad por delante.
los primeros días volvía chinchudita y se levantaba al día siguiente diciendo —hoy no me voy al cole ma!— y yo, con un convencimiento cero le decía —hay que ir clemen, te vas a divertir, vas a ver!— y ella agregaba —con la seño vani mamá (la seño de la guardería).
el comentario se repitió con el paso de los días por lo que empecé a pensar en dar un paso atrás y volver a llevarla a la guarde si el pedido se mantenía.
fue así que terminó la primera semana y justito el lunes de la semana siguiente algo inesperado sucedió. salió del instituto feliz! radiante! y al subir al auto lo primero que me dijo fue —ma! yo tengo una hermana preciosa que se llama martina!—.
—Cómo?— pregunté dudando, no entendía bien qué quería decir con eso. y repitió super convencida —yo tengo una hermana preciosa que se llama martina!— a lo que agregó apresurada —y yo no lloré mamá! (ahi me percaté que algunas veces había llorado, mi vida).
entonces recordé el primer encuentro previo a la etapa de adaptación cuando fuimos en grupitos de seis niñ@s acompañados por sus padres. justo en el mismo grupo que nosotros estuvo martina con su mamá. clemen tenía toda la razón, martina es preciosa!
estas palabras tan claras y este episodio tan sencillo, tan inadvertido pero al mismo tiempo tan enorme me llevó a re-pensar una vez más en lo trascendente de la amistad. en lo luminoso, en lo milagroso.
mi pequeñísima hija experimentó y comprendió con esa sabiduría primitiva de los niños que el lugar no es lo más importante. lo mágico está en el encuentro con el otro/a, lo divino es tener con quién jugar libremente, con quien hablar, compartir o disentir. una "hermana preciosa" que con su amor y su mirada transforme cualquier sitio en un espacio feliz, repleto de seguridad.
no puedo dejar de preguntarme qué hablarán dos nenas de tres años en sus primeros días fuera de casa, lejos de la mirada materna y paterna. cómo concluirán en que son hermanas? cómo inventarán este nuevo mundo en el que se hermanan para sentirse seguras y fuertes? para no tener miedo, para empezar a caminar solitas sus pequeñas vidas.
no puedo dejar de sonreir y pensar en mí y mis "hermanas preciosas" cuando las veo salir de la mano tan chiquitas, tan bonitas, con tanta amistad por delante.
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