Escribir para seguir #3

Ya hacían varios años que yo vivía en Barcelona cuando llegaste. Lo recuerdo bien porque en ese momento me sorprendió darme cuenta que no te había cruzado nunca en el Colegio. Veo tímidamente nuestro primer encuentro (si no me equivoco fue en “la principal” o en la zona, por el Mercat de Sant Antoni), recuerdo tu voz ronca y tu madurez. Parecías mucho más grande de lo que eras. No era físico, era emocional, espiritual; era camino recorrido, o era todo lo que ya habías imaginado hacer.

Te dejamos “La Peixerita” en el Borne. Ahí empezaste, en ese ático infinito por escalera, a gestar entre antenas como árboles, tu reparadora “Cuchillo de Palo”. Recuerdo tu fiesta, los catalanes nunca habían visto el juego de las ligas y flipaban en colores. Vos te reías a carcajadas, te reías toda una vida en un momento. Eras feliz.
No fuimos amigas, pero fuimos parte de nuestra historia. Los migrantes paraguayos sabemos acompañarnos cuando llega chipa. No fuimos íntimas pero nos teníamos cariño genuino, nos deseábamos cosas buenas, cosas lindas. Nos tirábamos buena vibra.
Estuve dilucidando cuándo fue la última vez que nos vimos, no estaba segura si en mi casamiento o en el estreno de Cuchillo. Y llegué a la conclusión que fue en la Sala de Cine del Sol. Antes de que empiece la peli te saludé y me dijiste: Romiii!! Qué gusto verte acá! Hoy me alegra profundamente haber estado, el universo conspiró para que suceda. Justo fui a Asunción y pude decirte que me inspiraste.
Ayer después de 10 años volví a ver “Cuchillo de Palo” y entendí con mayor precisión lo que significó para vos hacerla, y lo importante que es para nosotros que la hayas hecho. Qué difícil, complicado y por momentos doloroso es muchas veces decir, defender y ser lo que uno lleva adentro, lo que uno cree. Y que eso al mismo tiempo, a veces lastime sin intención a quienes más amamos, y queremos cuidar y proteger de todo dolor.
Qué beneficiosamente lo hiciste.
Como atinadamente recitó hace una semana mi querido Edu desde el alma: “No todos los cuchillos hieren”. Y es verdad. El tuyo abrió una rendija en el muro de la cárcel del olvido y la negación. Una grieta por donde empezó a entrar luz... una abertura que le llamó dictadura a la dictadura, tortura a la tortura, discriminación a la discriminación.
Vos con mucho amor y pasión ya hiciste tu parte, ahora queda en nuestras manos que la rendija se vuelva ventana y porqué no, puerta.
Gratitud eterna querida Renate.
P.d.: Me costó mucho decidirme a escribirte. Hacía mucho tiempo que no nos veíamos, y la verdad es que me sorprendió y afectó dolorosamente tu partida. Me duele sinceramente tu ausencia para los que te aman, pero sé que ellos te encuentran en la alegría. Busqué esta foto en mi álbum de casamiento y te encontré con un halo blanco. Vos me creerías si te digo que es la única foto que tiene esta “mancha” blanca después de doce años? Será ese misterio del que hablabas recordando a don Bonet?

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