Escribir para seguir #4

Es 30 de julio, y si hay una “fecha feliz” para mí, es esta.

En el mundo que yo me creé para vivir las fechas de festejo son “libres de Márketing”, no tienen nada que ver con la compra ni el trueque; tienen todo que ver con el ritual y la excusa de mirar a los ojos especialmente, a quienes sabemos nos aman y amamos.
Desde que vivo en Argentina, o tal vez desde aquel 20 de julio en Razzmatazz, con un Charly García iluminado y mis amigas y amigos saltando; pienso intensamente en el concepto de la amistad durante diez días del año, del 20 al 30 aproximadamente.
Las Migrantes somos gente con el corazón partido de por vida, nunca jamás vamos a poder volver a estar cerca de todas las personas, con las que confirmamos la amistad como premisa fundante para vivir.
Por eso en estos días de pensamiento e introspección, de nostalgias y otras yerbas pensé en las cosas que hacen los amigos, y también lo que no hacen. Y me hice mi lista, claro.
Las amigas hablan por la ventana durante horas, cuando a una de ellas no la dejan salir a jugar a la calle. Se preparan mixtos calientes de merienda y se compran galletitas bono de chocolate. Se prestan padres, se cruzan la ciudad sólo para probar una nueva receta. Jamás se olvidan de congelarle su pan dulce preferido cada fin de año. Amanecen esperando que se cocine un bizcochuelo y se olvidan de su pañuelo preferido debajo de la almohada, sólo porque a la otra le encanta.
Las amigas hacen realidad viajes imposibles, y los viven con alegría, compañerismo, generosidad y respeto ilimitado. También lloran cuando una parte.
Renuncian a ir a la disco para llevar a la que se excedió en alcohol a su casa, aunque se ligue la puteada memorable de su vida. O adoptan al hijo de la otra en vacaciones, y lo aman como si fuera suyo.
Llevan su mejor ropa y maquillaje para que la amiga tenga la cita más importante de su vida, y sea eternamente feliz, como se merece. Se saben el número fijo de la casa aunque hayan pasado 30 años. Dejan pasar colectivos para viajar juntas a dónde sea.
Los amigos llegan a necesitar vitalmente la camioneta que el otro vendió, aunque ya tenga una, sólo para prestársela. Se llaman religiosamente todos los domingos a la misma hora, porque así se dicen te quiero.
Las amigas comparten becas, habitaciones, pisos, oportunidades y amigos. Se acompañan firmes en las buenas y en las malas. Más allá de las diferencias, saben quién es la otra y la aman infinito, incondicionalmente.
Los amigos estudian juntos y le hacen favores a los padres. Saben que el otro va a poder lograr su sueño aún cuando alcanzarlo esté muy lejos, y cuando lo logra, creen desde las entrañas que es mejor que Gabo. Se mandan poesías, se visitan saltando obstáculos.
Las amigas no te dejan renunciar a tu pasión aunque no tengas para comer, y te cocinan gambas. Saben que estás para cuando te necesitan sin la mínima duda, y comparten su paraíso en el mundo contigo una y otra vez. Te hacen una copia de la llave de su casa cuando recién llegás, y te regalan una bolsa de agua caliente porque saben que vas a tener frío.
Los amigos comparten su casa con todo el amor del mundo, para darte albergue cuando no tenías donde dormir literalmente; y te esperan a la madrugada con una campera en la mano. También viajan tres días en colectivo para conocer y fotografiar a tu primer hijo.
Se encuentran todos los lunes a la misma hora y en el mismo lugar, para compartir las mismas cañas y cerrar el bar a carcajadas como ritual. Te cocinan cada vez que volvés y cuando viajan a tu lugar, atrasan su regreso un día más solo para verte un rato. Viajan a tu país para el bautismo de tu hijo y te regalan miles de plantitas elegidas con amor pleno.
Las amigas se hacen fotos y se construyen trajes de hadas, cuidan tu jazmín. Arman un viaje al otro lado del mundo y acomodan todo para ir a conocer tu vida, comer tu comida, compartir con tu familia. Se esperan siempre pero siempre, con lo mejor que tienen para dar. No miden.
Las amigas lloran juntas profundamente y ríen juntas el doble. Jamás se hacen las ñembotavy (desentendidas en guaraní) con tus problemas. Al contrario. Si no pueden ayudarte a mover tu coche cuando te quedaste parada en la ruta de noche, con frío y bajo la lluvia; se acomodan en el asiento de al lado y pasan el mismo frío y el mismo miedo.
A Bauti y a Clemen, creo que sólo les insisto con un designio para sus vidas. Les convoco a ser los mejores amigos que puedan ser, a que cuiden especial y sinceramente a sus amigas y amigos. Porque estoy completamente segura de que así se convertirán en las personas maravillosas que están llamadas a ser.
Para terminar, sólo decir que yo cuando pienso en mis amigas y amigos; cuando me visualizo andando la vida al lado de ellos, me siento John Lennon cruzando Abbey Road. Sólo veo libertad, luz, música y milagro.
Feliz día amics!
p.d: También veo tortas de chocolate ♡




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