Escribir para seguir #10

Recuerdo perfectamente cuando era chica y amaba cuidar a mis primitos y primitas. El día que nació Beatriz fue una fiesta, mamá llamó al enorme teléfono fijo de algún color estridente y rueda giratoria, gritando: -Nació Beatriz! Nació Beatriz! Demasiado queríamos que sea nena, y hasta que nació no sabíamos porque no había ecografías 2d, ni 3d, ni menos 4d.

Puedo escuchar todavía el llanto de María Adela cuando se tenía que volver a su casa y gritaba desde el auto: -Mina! Minaaa! Ella se quería quedar conmigo o que yo me vaya con ella, era su niñera preferida.
Después llegó Niki cuando yo ya andaba en edad de hacer planes los fines de semana, pero muchas veces prefería quedarme en casa si él venía a dormir, para cuidarlo.
Nunca fui Susanita, jamás soñé ni me imaginé el casamiento, el vestido ni el novio. No fui muy enamoradiza, sí supe admirar la belleza masculina cuando se presentaba de manera estética, intelectual o encantadora. Pero siempre me resultó más fácil estar sola, andar, salir, llegar e irme cuando yo quería.
Sin embargo, sí heredé de Susanita el deseo de ser madre. Recuerdo que lo primero que le pregunté a Adrián cuando lo conocí hace más de 15 años. En el instante preciso en que empecé a pensar livianamente, que tal vez él podría convertirse en algo más que un “amor de verano”, fue si quería tener hijos.
Ayer mi Bauti, que en realidad no es mío sino de la vida, cumplió 11 años. Y quiero dejarle escrito para cuando lo pueda entender, que aunque ahora muchas veces, escuche más gritos que carcajadas, más noes que síes, más cara de hulk que sonrisas… él es mi único sueño verdadero hecho realidad.
Todo lo demás siempre dependió de mí, de mi esfuerzo y deseo. Y aunque con justa razón, muchas no estarán de acuerdo conmigo, para mí, lo realmente extraordinario de la vida, empezó cuando él llegó. Con esos pelos alborotados de cochabambino serrano.
Cuando desplazó a la Lola de mi cama y se prendió a mi teta como una garrapata. Cuando un buen día me hizo chau con una sonrisota enorme desde la camioneta, y se largó consciente de mi lado, con sus abuelos.
Escribir, fotografiar, diseñar, hacer pan, huerta, hasta bailar… todo lo demás que también amo y muchas veces, me apasiona profundamente, es intranscendente al lado de verte crecer, Bau.
Hace poco descubriste a Freddy Mercury y te voló la cabeza, también te enganchaste con el Cigala y Rosario cantando la de Nino Bravo. Pero cuando me pasás como disco rayado Seminaré de Serú Girán, creo rotundamente en la magia y el milagro.
No sé si te acordás, pero una noche, en el sillón, mientras veíamos La Voz Argentina te dije que si te veía cantando ahí me iba a hacer pis encima. A vos te dio tanta risa que casi lloraste de las carcajadas. Hoy te repito, que siempre que te vea haciendo lo que te guste, lo que elijas, lo que te haga sentir pleno y feliz; lo que te dibuje en la cara una sonrisa brillante, me voy a hacer pis encima.
Feliz Navidad amigas y amigos del mundo!





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